La siguiente frase parece escrita exprofesamente
para el departamento de Áncash de estos tiempos (e incluso para el Perú de hoy).
Le corresponde a la célebre filósofa objetivista y escritora estadounidense Alissa
Zinovievna Rosenbau, gran defensora de los derechos humanos y la libertad
individual, nacida en San Petesburgo, Rusia, y que en 1957 publicara como Ayn
Rand la espléndida y extensa obra titulada La rebelión de Atlas[i]
A lo largo de las mil y cien páginas del libro, se va
describiendo cómo los burócratas, los empresarios que viven de las prebendas y
los dirigentes sindicales van ahogando la actividad económica en una carrera
enloquecida por apoderarse del fruto del trabajo de los demás, de los creadores
de la riqueza.
Ayn Rand recurre sistemáticamente a la palabra saqueo y
saqueadores, para describir a aquellos que usan el monopolio del poder y la
fuerza del Estado para, siempre bajo los argumentos de solidaridad social, osan
apropiarse del ingreso de la gente productiva y cuando no de las rentas y
propiedades del Estado.
El final de La
rebelión de Atlas es obvio.
Si son pocos los que producen y muchos los que consumen y si, encima, a los
pocos que producen el Estado los aplasta con impuestos, regulaciones,
extorsiones y demás medidas compulsivas, se llega a un punto donde el sistema
económico termina colapsando. El texto de Ayn
Rand en el libro es especial y profético[ii].
Pero lo más grave ocurre cuando los pocos que producen, como
sucede en La Rebelión
de Atlas, deciden refugiarse
en una zona extranjera, fuera del alcance de los burócratas y corruptos. En ese
momento, no queda nadie para producir y los burócratas entran en desesperación
dado que ya no tienen cómo conseguir recursos para "redistribuir
solidariamente" porque los que producían se cansaron de ser saqueados. Es
más, los corruptos entran en pánico porque tampoco tienen a quien
"coimear" ante la ausencia de la producción.
Dicen que la ficción pinta de cuerpo entero a la realidad; y
otros más, que la realidad supera la ficción. De manera que quienes haya leído La rebelión de Atlas probablemente
encuentren, como el suscrito, que nuestro departamento ancashino tiene una
fuerte coincidencia con el libro de Ayn Rand, inclusive todo nuestro país. La
burocracia ahoga la capacidad de emprendimiento e innovación de la gente
productiva con múltiples y arbitrarias regulaciones y limitaciones y no las
deja nacer y/o crecer.
A diario nos enteramos de casos tan escandalosos de mega
corrupción y de grandes saqueos a las arcas públicas por los malos gobernantes
y sus funcionarios en pacto con las corporaciones mafiosas como Odebrecht y
asociados, en la suscripción y ejecución de contratos de obras públicas viales
como el Asfaltado de la vía Carhuaz-Chacas_San Luis y otras tantas inconclusas
que han llenado y siguen llenando las primeras páginas de los medios de
comunicación masiva.
También el caso referido al caso del Canon Minero que no fluye a
los que más necesitan en el interior de Áncash y mucho menos a los que se más
se esfuerzan y producen. El pueblo trabajador, el pueblo productivo organizado
en la forma de MYPES, PYMES, agricultores individuales, pescadores, artesanos o
comunidades campesinas, se hallan marginados u olvidados a su suerte. De ellos,
sólo unos pocos reciben alguna dádiva (como las retribuciones otorgadas en el afamado “plan
H en San Marcos”), pero más se benefician por angas y mangas los “infiltrados”
amigos de los gobernantes de turno, que reciben las dádivas de los programas
sociales asistencialistas que, al afincarse indefinidamente entre los pobres, terminan
por mutilar sus capacidades productivas heredadas desde sus ancestros y terminar en manos de los asistencialistas y paternalistas.
En verdad, el aparato público utiliza cuánto medio tiene a su
alcance para destruir empresas, o bien ahogarlas financiera y económicamente
mediante impuestos o tributos, licencias y controles de todo tipo; y los bienes
y propiedades del Estado terminan vendidos a precios subvaluados para beneficiar
a los pocos amigos de los poderosos o de algunas corporaciones internacionales coimeras
y negociadoras simplemente para rematar el país a precios de ganga y arrojar a
la calle, sin el menor reparo, a los sufridos trabajadores.
Hoy, el ancashino siente que no tiene futuro, sobre todo los
jóvenes llamados “ninis” (Ni trabaja ni estudia). No visualiza un mediano y mucho
menos un largo plazo que le permita planificar su desarrollo. Se limita a
levantarse todas las mañanas y ver cómo puede hacer para sobrevivir o morir en
el intento.
En el siguiente gráfico se evidencia la gravedad de la corrupción en todo el Perú, al año 2017; pero particularmente destaca esta pandenmia destructiva en el departamento de Áncash, prácticamente la primera entre las regiones del Perú profundo, dado que económica y socialmente Lima es ya es una región centralista.
¿Por qué
está ocurriendo esta situación de angustia e incertidumbre que ya se ha hecho
una constante desde los ochentas y más aún de los noventas? Porque el gobierno
central y los gobiernos subnacionales, regional y locales en su mayoría, han
sido tomados por gente inescrupulosa que, por las razones que fueran, se han
convertido en una cleptocracia que no sólo saquean los recursos públicos sino
demuelen la economía interna (agricultura, pesca, industria, turismo, etc.) y la sesgan a una actividad periférica que es la más fácil de explotar, aunque su costo social sea enorme, pues permiten que las corporaciones extranjeras extraigan los minerales
del subsuelo, casi sin restricciones, a cambio de unos impuestos a la renta superrebajados que eufemísticamente lo llaman canon minero,
cuyo tamaño nunca lo sabe realmente el pueblo, canon que depende de los sensibles precios
de los metales allá en China, Europa o Estados Unidos, que un tiempo de
expansión creció como espuma e hizo abundar el dinero, pero ahora en épocas de
desaceleración económica anda de tumbo en tumbo y en su trayecto arrastra a la magra economía en zigzag.
Cuando se verifica la evolución de los indicadores económicos confiables y observa la
constante decadencia en forma de más desocupación, pobreza, indigencia, desigualdad, desnutrición, anemia, no puede menos que menos que pensar si todo Áncash no es, en el fondo
inconsciente, una gigantesca Rebelión de Atlas por aquellos que quieren
producir están saturados de tanta burocracia, tanta corrupción, tanta
mediocridad e incertidumbre en las reglas de juego y comienzan a bajar los
brazos, dejando de invertir y de producir más eficientemente, porque saben que
cuánto más esfuerzo hagan ahí estará el Estado y sus cleptócratas para hacer
fluir el dinero hacia sus propios bolsillos o los de aquellos que trafican
favores.
Bajo esta política de ahogar la producción interna, la capacidad
de emprendimiento e innovación y de acrecentar ilimitadamente la corrupción, Áncash
tiene, en palabras de Ayn Rand, "una sociedad condenada".
Aquí otra evidencia de lo aquí afirmado, en las palabras autorizadas del Contralor General de la República, Econ. Nelson Shack Yalta.
Aquí otra evidencia de lo aquí afirmado, en las palabras autorizadas del Contralor General de la República, Econ. Nelson Shack Yalta.
Áncash solo podrá salir de esa condena el día que, para producir, no haya que tener la autorización del que nada produce; cuando el dinero fluya hacia quienes producen en vez de ir a los traficantes de favores y advenedizos; cuando la gente laboriosa esté protegida por la ley y sea premiada; cuando la corrupción sea perseguida y aniquilada de raíz, y no como ahora que goza de la protección de “los de arriba” e inclusive de los propios y alternados hacedores de la justicia.
El problema no es sólo económico, social o político, sino
también de valores. Los que hoy imperan son prácticamente antivalores, es
decir, valores totalmente distorsionados o puestos de cabeza. Es por eso que el
trabajo, estudio y la iniciativa del emprendimiento y la inversión interna han
dejado de ser recompensados o merituados; por el contrario, son castigados por las
cúpulas dominantes de la cleptocracia afincada
en el gobierno central del país y también en el de esta parte del país. Ser honrado es ahora un verdadero sacrificio y un enorme riesgo.
Tal vez la esperanza de Áncash -por ahora una sociedad condenada-
pueda reverdecer algún día al erguirse virilmente La Rebelión de Atlas o una especie de un despertar de la libertad y justicia nuevas
que abran paso al desarrollo y bienestar de los ancashinos y en general peruanos.
[i] El Mundo. En http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2011/06/20/ayn-rand-y-la-sociedad-condenada.html
[ii] Tinta Guerrerense. En https://tintaguerrerensedotcom.wordpress.com/2015/10/10/la-rebelion-de-atlas-novela-en-pdf-de-ayn-rand/
https://www.transparency.org/news/feature/corruption_perceptions_index_2016#table
https://www.transparency.org/news/feature/corruption_perceptions_index_2016#table
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