Autor: Efraín
Huerta (1)
Hermanos
de raza
¡Por tus poetas, grandísima ciudad!, por ellos y su enfadosa categoría
de descastados.
por sus flojas virtudes de ocho sonetos diarios,
por sus lamentos al crepúsculo y a la soledad interminable,
por sus retorcimientos histéricos de prometeos sin sexo
o estatuas de sollozo, por su ritmo de asnos en busca de una flauta.
No
hay origen
No hay un imperio, no hay un reino.
Tan sólo el caminar sobre su propia sombra,
sobre el cadáver de uno mismo,
al tiempo que el tiempo se suspende
y una orquesta de fuego y aire herido
irrumpe en esta casa de los muertos
–y un ave solitaria y un puñal resucitan.
Tan sólo el caminar sobre su propia sombra,
sobre el cadáver de uno mismo,
al tiempo que el tiempo se suspende
y una orquesta de fuego y aire herido
irrumpe en esta casa de los muertos
–y un ave solitaria y un puñal resucitan.