In memoriam a Rogelio Huerta Chávez
Querido y admirado tío:
Que tu espíritu esté presente en mi día final
destacando en lo alto del Huascarán cordillerano
y mis ojos te miren con cariño y derramen lágrimas,
y mi corazón aumente la intensidad de sus latidos
y la línea del tiempo se reinicie eternamente.
Quédate a mi lado cuando me derrumbe un día
destacando en lo alto del Huascarán cordillerano
y mis ojos te miren con cariño y derramen lágrimas,
y mi corazón aumente la intensidad de sus latidos
y la línea del tiempo se reinicie eternamente.
Quédate a mi lado cuando me derrumbe un día
Y me agobien los dolores destruyendo mi
ser,
Y los vientos sigan deshielando los nevados
Y los granizos destruyan los tejados.
Que tu cálido aliento entibie mis manos frías
Y los vientos sigan deshielando los nevados
Y los granizos destruyan los tejados.
Que tu cálido aliento entibie mis manos frías
Y tu índice apunte el final de mi camino
Y el arrebol de aquellas tardes por venir
pinten de sangre roja los horizontes.
Y el arrebol de aquellas tardes por venir
pinten de sangre roja los horizontes.
Quédate conmigo cuando mi andar termine
Y lo dejado atrás sea sólo una estela,
un hilo del tiempo, de extremo a extremo,
una verdad que se impone a la vil mentira.
Quédate conmigo, cuando todos hayan partido
Y la soledad me alcance y la noche me envuelva,
y tu sonrisa sea la última conexión con la vida.
Y tus manos me alcen y tus brazos me abriguen.
Quédate a mi lado cuando la vida me abandone,
cuando ya no pueda cantar y mucho menos bailar.
Cuando las olas del mar ya no mojen mis pies
y los rayos del sol ya no entibien mis días.
Quédate a mi lado, cuando el hastío venza ,
Y la
prosperidad ceda y la esperanza decline,
y la música se ahogue en las aguas del Santa,
y cuando mi canto se calle en Pastorruri.
Quédate en mi alma para no perderte nunca,
para quererte siempre, y siempre defenderte
de los vientos fríos de marzo a diciembre
que derriban la vida de la floreciente huerta,
y la música se ahogue en las aguas del Santa,
y cuando mi canto se calle en Pastorruri.
Quédate en mi alma para no perderte nunca,
para quererte siempre, y siempre defenderte
de los vientos fríos de marzo a diciembre
que derriban la vida de la floreciente huerta,
Y la hacen rodar como a una noria muerta
en la misma puerta de nuestra historia.
en la misma puerta de nuestra historia.
Enrique Huerta
Berríos.